Russo, la mosca en la sopa de Gallardo

Paradójico: Miguel Russo nunca le ganó a River, ni al de Gallardo ni a los que enfrentó en 2007 en su paso anterior por Boca, pero qué va, nadie puede discutirle que tiene la receta. En todos los partidos de su segundo ciclo, logró meterse en la cabeza del rival, ser su mosca en la sopa, ser su fastidio, su piedra en el zapato. Lo incomodó, lo sacó de eje, lo agredió cuando tuvo jugadores capaces para hacerlo (Villa, Tevez) y cuando no, como este miércoles por la noche, lo atormentó raspando, chocando, con un equipo que fue una roca mental y física, que se preparó para correr más que River, para convencerse que no le iban a hacer un gol aunque le costara no patear al otro arco.

Este partido que Boca ganó por penales en los octavos de final de la Copa Argentina no quedará como el modelo ideal de cómo ganar un clásico, pero envejecerá bien en el recuerdo de los hincha. Porque fue la única manera en medio de una tormenta de adversidades, internas y externas, de juego y de circunstancias.

En otras condiciones, quién sabe, Russo hubiera planteado el partido desde otra paridad postural y hasta quizá ese hubiera sido su deseo. Con lo que tenía y por cómo venía, hizo lo que tenía que hacer. Hay ahí una señal que distingue a los grandes entrenadores: los que no dudan en someter sus convicciones cuando la situación obliga a cambiar. Aunque sea así de feo y también así de lindo,,,


Gallardo yéndose tras la eliminación.

EL RESUMEN DEL PARTIDO

Fuente: Olé

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