¿Cómo sobrevive Rusia a las sanciones económicas de Estados Unidos y Europa? | En medio de la guerra con Ucrania

Desde Moscú

Desde Moscú a San Petersburgo hasta un pequeño pueblo del interior. Rusia le propone al viajero jugar mientras camina por sus imponentes calles. Principalmente al clásico “encuentre las diferencias”, pero en este caso aún más las similitudes. Donde la memoria grita “McDonald’s”, la vista lee “Vkusno i Tochka (Delicioso y Punto). ¿Un café después de cenar? Las ciudades están repletas de locales de “Stars Coffee”, con una estética idéntica a la multinacional estadounidense Starbucks. “Maag” es el nombre que adoptó Zara, mientras que Levi’s, ahora es “JNS”: la primera vende ropa muy similar a la marca española; la otra directamente comercializa los mismos productos que la empresa fundada en San Francisco. 

La lista de parecidos es interminable.

Desde la anexión de la península de Crimea en 2014, Estados Unidos y la Unión Europea han aplicado miles de sanciones contra Rusia, que se intensificaron en 2022 tras el inicio de la guerra con Ucrania. “En caso de que Rusia no esté lista para llegar a un acuerdo para poner fin a la guerra, Estados Unidos está completamente preparada para imponer una ronda muy potente de aranceles que detendrán el derramamiento de sangre rápidamente”, advirtió Donald Trump durante su discurso en la última Asamblea de las Naciones Unidas. 

Subjoy (Subway), Vkusno i Tochka (McDonald’s), Stars Coffee (Starbucks) y JNS (Levi’s), algunas variantes rusas de marcas occidentales.

Pero las potencias occidentales ya han sancionado a más de 2.500 personas y entidades, incluídas las principales autoridades de Rusia. También han restringido fuertemente el comercio internacional —instando a que cientos de marcas occidentales se retiren del país— y congelado activos rusos en el exterior por más de 300 mil millones de dólares

Así las cosas, una duda sobrevuela un conflicto que no parece tener un fin cercano: ¿Cómo es que la economía rusa no se ha derrumbado?

¿Los rusos sienten las sanciones económicas? 

Dmitri, un joven estudiante universitario, se sorprende al escuchar personas hablar en español en una cafetería y se acerca a la mesa. “¿Las sanciones?”, repregunta sorprendido, inclinando su cabeza hacia atrás. “Se sintieron las primeras semanas en los precios, también faltaban algunas cosas. Pero la verdad es que ahora se consigue todo, llevamos una vida normal”, afirma con seguridad.

-¿Qué te parece el sabor de Vkusno i tochka con respecto a lo que era McDonalds?

– “¡Nadie lo llama así!” – responde entre risas Svetlana, una mujer de unos 30 años que hace fila en uno de los locales de la cadena de comida rápida ubicado en el centro de Moscú. “Le decimos McDonalds, es igual. Tampoco decimos Subjoy, sigue siendo Subway, vende lo mismo. Te diría que incluso saben mejor ahora, a excepción de la gaseosa”, añade.

A pesar de la normalidad que se aparenta, el propio gobierno ruso reconoce los “efectos negativos de las sanciones”, según ha declarado Sergey Ryabkov, viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia, en diálogo exclusivo con medios latinoamericanos, entre ellos Página|12. “Tenemos problemas en el sector bancario y con los seguros —admite el funcionario—, pero a pesar de eso hemos desarrollado mecanismos alternativos de comercio“.

Tras el inicio de la guerra con Ucrania, Rusia fue desconectada del sistema de pagos internacionales SWIFT. Al mismo tiempo disminuyeron fuertemente los productos que llegaban desde Occidente y cientos de marcas se retiraron ante el miedo de no poder retirar sus activos del país. 

Según Ryabkov, esos mecanismos alternativos de pago permiten al país “continuar con las exportaciones e importaciones sin depender de los sistemas occidentales”. Por otro lado, el experimentado diplomático destaca algo que se comprueba en cada tienda y supermercado: “Si van de compras acá en Rusia, dificilmente vean alguna consecuencia de las sanciones”

Sergey Ryabkov es viceministro de Relaciones Exteriores de Rusia desde 2008.

“Transportar tres buques llenos de petróleo es mucho más complicado que recibir el pago”, resume Vasily Pushkov, director de Cooperación Internacional de la agencia estatal de noticias Rossiya Segodnya. Más allá de esto, las restricciones efectivamente representaron —y representan— problemas para la vida cotidiana de millones de personas.

Matías Gianera, un argentino radicado en Moscú hace años y creador de la plataforma de pagos Dymatrox, afirma a Página|12 que al principio la desconexión del sistema SWIFT “fue terrible”. Cobrar sueldos, hacer transferencias y pagos se volvió una pesadilla. “Tuve que salir a buscar brokers (intermediarios) que me habilitaran certificados digitales para poder trabajar y contratar seguros por si alguna transferencia se caía”, recuerda sobre los primeros meses posteriores al inicio de la guerra.

Luego la situación se normalizó de a poco. “A los pocos meses se pudo rehacer el sistema y trabajamos sin inconvenientes”, señala Gianera. “Rusia decidió profundizar lazos con BRICS a través de la desdolarización del comercio internacional y los circuitos alternativos como el blockchain“, explica.

¿Desdolarizar es la salida? 

Desdolarizar el comercio suena atractivo. Pero es más fácil decirlo que hacerlo. “Para eso hay que tener una balanza comercial muy equilibrada y ese tipo de casos son pocos. Por ejemplo, tenemos muchas rupias indias, ya no sabemos qué hacer con ellas”, matiza Tatiana Mashkova, economista y directora del Comité Nacional de Cooperación con América Latina.

Oleg Leónov, periodista de la agencia Sputnik, cuenta en primera persona otra de las maneras en las que se sorteó el bloqueo a los bancos rusos: “En lugar de utilizar mi tarjeta de crédito para contratar servicios del exterior, simplemente cargaba los costos a la factura de mi compañía de telefonía. Ellos se encargaban de hacer el pago y me lo cobraban a fin de mes con un pequeño recargo. Tan sencillo como eso”

El GUM, ubicado en la Plaza Roja, es uno de los centros comerciales más importantes de Moscú.

Son decenas de personas las que describen ese mismo mecanismo y otros tantos para el pago de plataformas de música, streaming o videojuegos. “Fue tan simple como viajar a otro país y sacar una tarjeta de crédito allí”; “Uso la tarjeta de mi familia que vive en el exterior para pagar Apple Music”; “Compro ropa de marcas occidentales en sitios web de Kazajistán y llegan en el día, los depósitos están aquí mismo en Moscú”.

La Unión Europea sancionó a varios bancos y empresas de otros países por posibilitar esas conexiones con Rusia, pero es absolutamente imposible hacerlo con todos.

En cuanto a los pagos internos no hubo mayores complicaciones. Tras la retirada de Visa y Mastercard, que dominaban el mercado, la tarjeta rusa “MIR” (“mundo” en español) copó las calles junto a varias billeteras virtuales locales. Incluso los mismos plásticos Visa y Mastercard tampoco dejaron de funcionar dentro de Rusia: el soporte lo comenzó a dar la propia MIR, solo que no se pueden utilizar para pagos internacionales. 

“MIR”, desarrollada por el Banco Central, es la tarjeta utilizada por los rusos tras la retirada de MasterCard y Visa. 

Coca rusa, desabastecimiento y los nuevos aliados del “Sur Global”

Con el inicio de la guerra, sin embargo, no sobrevino un desabastecimiento generalizado como el que habían imaginado las potencias europeas tras imponer sus sanciones. Pero los rusos sí recuerdan que en las primeras semanas hubo faltantes de productos occidentales en las góndolas. También se produjo una devaluación del rublo en el orden del 100 por ciento, aunque se revirtió en unos pocos días.

Rusia consiguió solucionar los faltantes gracias a sus socios comerciales, no solo de los miembros principales de BRICS, sino del bloque de países que antes conformaban la URSS, naciones de África e incluso un miembro de la OTAN, como Turquía. Lo que Rusia llama “El Sur Global”.

Un ejemplo práctico es la Coca-Cola, que ya no se produce en el país, sino que llega desde Nigeria o Kazajistán en sus múltiples variantes y sabores, aunque cuesta un 20 por ciento más que las gaseosas de marcas locales. 

Para reducir el impacto de las sanciones, el gobierno de Vladimir Putin impulsó una ley de importaciones paralelas que permite introducir productos en el país sin la autorización del titular del derecho de propiedad intelectual

Hecha la sanción, hecha la trampa: la coca tradicional fue reemplazada por la “Dobry Cola”, una gaseosa con un sabor sugestivamente similar. Tan sugestivo como el hecho de que es producida por la misma empresa que antes de la guerra embotellaba la bebida original, de la cual The Coca-Cola Company posee un 21 por ciento de las acciones

Tanto la lata como la botella de Dobry Cola son muy similares a la Coca-Cola original. Aunque su sabor es parecido, no son iguales. La versión rusa es un 20% más económica que la gaseosa tradicional. 

Más allá de que las sanciones no generaron un efecto devastador en la economía rusa, las altas comisiones bancarias y las triangulaciones necesarias para ingresar productos al país provocaron un fuerte aumento de los precios. La inflación llegó a ser del 17 por ciento en 2022, pero ahora gira en torno al 8 por ciento interanual, aún muy por encima del promedio previo a la guerra. 

Economía de guerra

La industria de las armas también aceleró la actividad económica. El 40 por ciento del presupuesto de 2025 se destina a la Defensa y el Ejército recluta soldados con salarios que duplican el sueldo promedio, además de ofrecer grandes beneficios para los familiares. 

Pero esto no fue gratuito y también provocó un sacudón al sector privado, que se vio obligado a mejorar los sueldos para no perder competitividad. Así, en 2023 y 2024, a pesar de las sanciones, el PBI ruso creció por encima del 4 por ciento y el desempleo bajó al 2,1 %.

En un intento por contener la inflación, el Gobierno subió fuertemente la tasa de interés para enfríar la economía: en la actualidad gira en torno al 17% (con una inflación del 8%), aunque llegó a estar encima del 20%. En ese marco, con el encarecimiento del crédito, el crecimiento del PBI se ralentizó (se estima que será del 1,5% en 2025) y los salarios, que venían al alza en los meses previos, quedaron por detrás de la inflación: “Este año crecieron cerca del 4%”, sostiene Gianera. Se emprendió un ajuste del gasto para achicar el déficit (sería del 2,6% este año) y un aumento del IVA del 20% al 22%.

A la izquierda el subte de Moscú. A la derecha una transitada avenida de San Petersburgo. Los carteles de reclutamiento del Ejército se ven por toda Rusia. Ofrecen sueldos que doblan al salario promedio, además de múltiples beneficios para la familia.

A pesar de esto, la pobreza disminuyó a un mínimo histórico del 7,2%: si bien el umbral es tan solo de 16 mil rublos mensuales cuando el sueldo promedio es de unos 100.000, el guarismo marca una tendencia a la baja. Más allá de las ayudas sociales del Gobierno, los servicios y el transporte público son económicos y funcionan como salario indirecto. 

En Moscú entre agua, luz, gas, internet y expensas se gastan en promedio unos 8.000 rublos. Alquilar un dos ambientes en una zona alejada del centro de la capital cuesta entre 50 y 70 mil rublos, aunque buena parte de los rusos son propietarios. En el resto del país los alquileres suelen ser incluso más económicos, aunque los salarios también son más bajos.

“El precio de los servicios es barato y al menos acá en Moscú son muy buenos. Podés tener 15 grados bajo cero y no se corta la luz nunca, ni Internet, ni el agua, nada”, destaca Irina, cajera de un supermercado. Pero se queja de una situación que suena familiar en Argentina con el transporte público: “Yo soy de una ciudad pequeña al sur de Rusia y los servicios son bastante más caros que acá, mientras que los sueldos son mucho menores que en Moscú”.

¿Es la famosa “autosuficiencia de Rusia” la respuesta?

Rusia es un país con una balanza comercial muy favorable —más cuando los precios del petróleo suben, al contrario de lo que ocurre ahora—, unas robustas reservas internacionales que según el Banco Central son de 732 mil millones de dólares y una deuda pública total apenas por encima del 20% del PBI. Petróleo, gas, minerales y metales preciosos encabezan la lista de exportaciones —con China e India como destinos principales—, seguidos muy de lejos por alimentos y materias primas agrícolas como fertilizantes.

“Debo admitir que nuestras exportaciones de gas se desplomaron inicialmente, y si bien no se han recuperado por completo, han reanudado el crecimiento”, reconoce Putin durante su discurso en la Semana de la Energía Rusa, evento al que fue invitado Página|12. 

El presidente Vladimir Putin durante su discurso en la Semana de la Energía Rusa.

Europa restringió fuertemente la compra del gas y el petróleo ruso en marzo de 2022 y eso golpeó las finanzas rusas durante los primeros meses. “Las cadenas de suministro de energía se desplazan cada vez más hacia el Sur Global: países de Asia-Pacífico, África y América Latina. La táctica de la UE solo ha acelerado el cambio de nuestra dirección de suministro hacia compradores más prometedores y fiables”, agrega el Presidente. 

“Las repercursiones de las sanciones para Europa son evidentes. Hubo un descenso de la producción industrial, aumento de los precios debido a la importación de petróleo y gas más caros y una reducción de la competitividad tanto de los productos europeos como de la economía en general”, resalta el mandatario ruso, citando datos de Eurostat, la oficina de estadísticas de la Unión Europea. 

“El desafío para el sector energético es la tecnología”, dice Putin, ya que “los equipos occidentales pueden dejar de estar disponibles en cualquier momento por razones geopolíticas”. El líder ruso destacó que “las empresas nacionales ya cubren la mayor parte de la demanda de perforación de Rusia“, en comparación con años en los que ese trabajo “lo realizaban contratistas extranjeros”. 

Más allá del cambio de socios comerciales, “Rusia siempre tuvo un sesgo autodependiente”, destaca Gianera. “El problema no fue que no haya Coca-Cola, sino los repuestos de autos o de aviones”, sostiene. Si bien es cierto que Rusia reanudó la produción de sus vehículos de la marca Moskvitch y potencia a la icónica Lada, la realidad es que el grueso del parque automotor ahora lo conforman autos chinos. Se ven muy pocos autos Ford o Chevrolet, por poner dos ejemplos: conseguir los repuestos originales es costoso y complejo.

Queda un porcentaje minoritario, pero importante aún, que corresponde a las marcas de lujo alemanas, italianas y estadounidenses. Por las triangulaciones, esos autos llegan a costar el doble que en Europa, pero son los elegidos por las clases más adineradas como símbolo de estatus.

Los autos chinos dominan el mercado ruso. Son la opción preferida por taxistas y la clase media. Los sectores más adinerados optan por las marcas occidentales de lujo, que a pesar de los altos precios son un símbolo de estatus.

Por su parte, las dificultades para conseguir los repuestos de los aviones de la estadounidense Boeing fueron un dolor de cabeza para Aeroflot, la aerolínea de bandera. Desde las sanciones de 2014 Rusia ha comenzado un agresivo plan de sustitución de importaciones y calculan que para 2026 ya tendrán el primer avión comercial 100% hecho en Rusia

“Hemos potenciado nuestra industria, pero no es que Rusia tenga algo mágico. Lo que ocurrió es que Occidente presentó la situación como si Rusia estuviera aislada del mundo. Pero eso no es cierto. En Naciones Unidas hay 193 países, no 30”, ironiza Pushkov. “La verdad es que la economía rusa no colapsó porque nunca dependió completamente de Occidente”, sintetiza.

En cuanto a los alimentos, tras la disolución de la URSS y su apertura económica descontrolada, Rusia era un país que importaba buena parte de lo que comía. Hoy en cambio es uno de los principales exportadores de alimentos del mundo.

“Hace unos años no teníamos esa posibilidad de producir como para exportar. Dependíamos mucho de la importación, pero desde 2014 las sanciones nos obligaron a cambiar. Ahora protegemos a nuestros productores, en los supermercados hay una gran cantidad de productos hechos en Rusia. Incluso muy específicos como ciertos tipos de quesos al nivel de los europeos”, detalla Alina Shcherbakova, profesora de economía y relaciones internacionales en la HSE University.

Rusia es uno de los productores más importantes de azúcar, leche, papas y cereales y leguminosas, entre ellas el trigo, del mundo. Pollo, cerdo, los rusos incluso han apostado fuerte a la producción de carne vacuna: aún importan de Bielorrusia y de algunos países de Sudamérica, entre ellos Argentina, aunque en ese caso para un segmento más premium.

Shcherbakova resume a la perfección un discurso que mantienen desde el Presidente hasta el último funcionario con respecto a las sanciones occidentales: “No hay bien que por mal no venga, nos forzaron a hacer una sustitución de importaciones y lo hicimos bien”.

Pushkov recuerda su vida cuatro años atrás, antes del inicio de la guerra, cuando en su casa la heladera estaba repleta de productos importados. “El 40 por ciento de mi canasta de consumo era propiedad de capital extranjero”, calcula. Incluso los trajes con los que se vestía a diario para ir a su oficina en el centro de Moscú eran de marcas europeas. Hoy la situación cambió. Su heladera está “repleta de alimentos rusos”. “Al igual que los últimos dos trajes que compré”, dice mientras se señala la solapa del saco. “Esto te da una idea del cambio”, analiza con una sonrisa.

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Fuente: Página 12

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