Juan Miguel Silio tiene 55 años, es escribano, vive en la ciudad de Gualeguaychú, Entre Ríos, y desde hace 25 años dedica gran parte de su vida a una pasión ligada con el deporte: viajar por el mundo en bicicleta.
Este año, por una cuestión de cábala, Juan decidió repetir la hazaña que protagonizó en 2022, cuando pedaleó hasta el Mundial de Qatar. En aquella ocasión, había iniciado su travesía desde Madrid y completado el trayecto en seis meses.
De Entre Ríos al Mundial: la odisea en bicicleta de un entrerriano
Pero esta vez el desafío será mayor: saldrá desde su ciudad natal, cruzará el continente americano de sur a norte y planea llegar para el debut de la Selección Argentina en el Mundial 2026, que se llevará a cabo entre el 11 de junio y el 19 de julio y tendrá como países anfitriones a México, Estados Unidos y Canadá.
El plan de Juan Miguel Silio
“Aún no sabemos con precisión cuál será el destino final, ya que el sorteo de las sedes recién será el 15 de diciembre. Si debutamos en México serán 14.000 km recorridos. Pero si nos toca en Canadá, el viaje se extenderá a 20.000 km”, precisó, el ciclista, quien irá acompañado por los ciclistas Yamandú Martínez y Vicente Conculini. El recorrido durará diez meses y pasarán por al menos 18 países hasta llegar a Canadá. La aventura comenzará el 17 de agosto, durante ese fin de semana largo.
Durante ese tiempo, atravesará climas variados, altitudes extremas (con puntos de hasta 4600 metros sobre el nivel del mar en Perú) y zonas con serios problemas de seguridad, como varias regiones de Centroamérica.
El mapa de ruta contempla que se dirija hacia al norte siguiendo el curso del río Uruguay, desde Misiones hasta Brasil. Desde allí cruzarán a Paraguay y entrarán a Bolivia por el este, en dirección a Santa Cruz de la Sierra o Potosí.
Una vez en La Paz, tomarán rumbo oeste hacia Cusco y Lima, alcanzando el Pacífico. Continuarán bordeando la costa hacia Quito y desde allí tomarán la ruta hacia el interior de Colombia, pasando por el Valle Cafetero, Cali, Medellín, Bogotá y Cartagena de Indias.
“Allí nos esperará un obstáculo geográfico clave: el Tapón del Darién, una zona selvática que impide el paso terrestre entre Sudamérica y Panamá. Eso hay que cruzarlo por agua: o con un ferry desde Cartagena hasta Colón, o en lanchas que conectan puertos menores”, explicó Juan a Infobae.
En Centroamérica, seguirán por Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Honduras, Guatemala y Belice, hasta ingresar a México. Si la suerte los lleva más al norte, continuarán directamente hasta los Estados Unidos o Canadá.
El ritmo previsto es de 100 kilómetros diarios, aunque en ocasiones Juan contó que pedaleó hasta 200 kilómetros en un solo día. “Cada jornada implica montar y desmontar su campamento: viajo con cinco alforjas en la bicicleta, donde cargo una carpa, equipo de campamento, ropa para todas las estaciones, repuestos de bici y alimentos. El peso total de su equipamiento ronda los 50 kilos”, describió.
En cuanto al descanso, dijo que se adaptarán al contexto. “Dormiremos donde se pueda: en carpas al borde del camino, en campings, hostales, o gracias a Warm Showers, una red solidaria de cicloviajeros que ofrece duchas y alojamiento gratuito”, precisó.
En materia de alimentación, contó que se abastecerán durante el camino. Lo único que llevarán con ellos es agua para hidratarse: “Cada litro de agua se traduce en un kilo de peso extra, por lo que ajustaremos sus reservas según el terreno”.
A pesar de que el municipio de Gualeguaychú y la Cámara de Diputados de Entre Ríos declararon el viaje de interés cultural, Juan aclaró que no recibirán financiamiento público ni privado. Todos los gastos correrán por su cuenta.
“Considero que debe ser así, hay necesidades más importantes. Pero estamos abiertos a cualquier sponsor que nos quiera apoyar”, aclaró. Su único canal de difusión es la cuenta de Instagram @enbiciandoalmundo donde publicarán las novedades de la travesía.
A nivel físico, Juan se entrena para no sufrir los primeros días, pero sabe que el verdadero entrenamiento se hace sobre la marcha. “Las primeras semanas son una especie de prueba. Las piernas se van adaptando al ritmo del viaje”, explicó. Y agregó que “la parte más exigente es, sin dudas, la emocional: dejar atrás el trabajo, su estudio notarial, la familia y la rutina”.







