La Copa Libertadores es distinta a cualquier competencia. Los premios son otros, los rivales son distintos, la incentivación es diferente. Pero la exigencia, para Boca, es la misma. Por eso, la racha llama la atención. De los últimos nueve partidos, el Xeneize ganó uno. Y en seis de esos nueve, cinco por Copa y cuatro por el torneo, ni siquiera convirtió goles. Preocupante.
La racha comenzó allá por mayo de este año, en la derrota 1-0 del equipo de Russo ante Barcelona, en Ecuador, en un partido en el que especuló demasiado con un empate que le servía, se acordó tarde de atacar y lo perdió por no animarse a más. Esa caída condicionó sus actividades en el Grupo C y ya no volvería a descontarle puntos al conjunto de Guayaquil, que lo relegó al segundo puesto.
Cuatro días después, Russo guardó lo mejor para visitar a Santos y puso un 11 con pibes contra Patronato, pero su Boca jugó mal, cayó en Paraná y dejó pasar la oportunidad de asegurarse la clasificación en la Liga. El problema fue que en Brasil el equipo tampoco respondió.
En la misma cancha en la que había sido eliminado en la edición anterior, Boca perdió otra vez contra su verdugo (1-0), Russo se fue expulsado y el equipo quedó tercero en el grupo y con posibilidades de quedar afuera a dos fechas del final. El combo parecía letal: tercera caída consecutiva, tercer partido sin marcar y superclásico a la vista.
La victoria contra River, sin embargo, pareció calmar las aguas. En medio de un brote de Covid en el plantel millonario, Boca cortó la racha en los mano a mano con Gallardo y tras el 1-1 en los 90′, se impuso por penales con Rossi de figura. Más allá del festejo final, el partido cuenta como empate, por lo que Boca estiró a cuatro sus encuentros sin victorias pero al menos cortó la sequía goleadora con aquel tanto de Tevez al juvenil Díaz, empujuncito previo contra Jony Maidana.
Pero la alegría le duró poco, apenas un par de días. 96 horas después, otro flojo partido contra Barcelona (0-0), esta vez como local, lo obligó a ganar en la última fecha del grupo para tener posibilidades de meterse en octavos. Empezó mal y reaccionó tarde, cuando Russo mandó a Tevez a la cancha. Todo volvió a la normalidad al martes siguiente, con un 3-0 contundente ante The Strongest, el único triunfo de esta serie.
A partir de allí, Boca no volvió a sumar de a tres: no dio la talla contra Racing (0-0), falló la mitad de los penales en la definición y perdió la chance de pasar a la final contra Colón, que esa misma tarde venció a Independiente. Una derrota que dolió por la instancia, pero también por las formas. Boca fue un equipo apático, lento, desordenado. Lo eliminó un Racing que no había pateado al arco.
Luego del receso, la mano no cambió. Le tocó un rival jodido, es verdad, el mejor equipo de la zona de grupos. Sin embargo, el 0-0 en la Bombonera dejó mejor parado a Mineiro, que este martes recibe a Boca en busca de un lugar en los cuartos de final. ¿Cómo llega el Xeneize? El sábado empató 1-1 con Unión, con una formación alternativa, por la primera fecha del torneo local, en lo que fue su cuarto partido al hilo sin poder ganar.
Este martes, Boca se juega el año en el Minairao y para pasar no le quedará otra que cortar la racha.
¿Y Mineiro?
A nivel resultados, Mineiro es la contracara de Boca. De sus últimos seis partidos, ganó cinco y empató uno, justamente ante el Xeneize. De local, sobre todo, de local. En esa condición, por ejemplo, obtuvo el 100% de los puntos en esta Copa Libertadores. Además, metió diez goles y le hicieron solamente uno, que se lo marcó América de Cali en la segunda fecha. Para prestarle atención…
Fuente: Olé