Argentina cayó 26-23 ante La Rosa en un duelo por el último lugar en el podio del Mundial de Rugby Francia 2023, en el Stade de France de Saint-Denis.
Ciertos duendes maradonianos de México ’86, la presencia de una hinchada mayoritaria que se hizo sentir y una rivalidad teñida de desencuentros históricos desde 1806, condimentaron un clásico que es clásico en cualquier deporte: Argentina-Inglaterra. Esta vez, no hubo podio ni bronce en el rugby pero si garra y coraje para intentarlo. Errores propios de Los Pumas, un equipo inglés utilitario y algún fallo parcial del árbitro australiano, privaron al seleccionado de una victoria que hubiese sido merecida.
Depende con qué expectativa se juzgue el paso por el Mundial, pueden quedar dos sensaciones. Antes de jugarlo, Argentina soñaba -con ciertos argumentos- llegar a la final. Pero el mismo rival, en la apertura del grupo D, le dio un baño de realidad. Le ganó con la precisión quirúrgica de su pateador, George Ford y un rugbier menos por expulsión durante casi todo el partido.
Por el tercer puesto fue muy diferente. Salvo los 15 minutos iniciales, Los Pumas dejaron la sensación de que eran más. Esa imagen y el balance de los siete juegos disputados indican un estado de ánimo alejado de la decepción. El nivel dio para competir con todos, menos con los All Blacks. Hubo tres victorias lógicas contra Samoa, Chile y Japón, más una de pronóstico incierto con Gales en cuartos de final. Se perdió con Nueva Zelanda sin atenuantes y dos veces con Inglaterra. Derrotas, las últimas, que no estaban en los planes por la actualidad que llevaron las dos selecciones a Francia.
Ahora viene la etapa de plantear un futuro más que probable sin el entrenador jefe, el australiano Michael Cheika. Su llegada en mayo del año pasado y debut contra Escocia en julio (se ganó 26 a 18) despertó ilusión y una segunda e histórica victoria con los All Blacks de visitante en el Rugby Championship de 2022 la alimentó más. Pero parece un hecho recurrente que, cuando Los Pumas están a punto de dar el gran salto, en volumen de juego y en resultados que lo confirmen, retroceden un casillero. Como si no pudieran escapar a la lógica del juego de la Oca donde se puede retornar hasta el punto de partida.







