Mientras Franco Mastantuono se preparaba para debutar anoche a los 17 años en la Selección Argentina, sus mayores (su representante, su familia en su nombre) ajustaban detalles de lo que va a ser un contrato descomunal, y que atará al pibe por varios años a la Casa Blanca del fútbol mundial.
Será la transferencia más fastuosa de la historia de los pases en Argentina, y todavía no está sellado en cuántos pagos se completará la cifra ni a partir de qué momento dejará de usar la camiseta de River y se probará la del Merengue. Si por el Real Madrid fuera, ya estaría preparando el Mundial de Clubes con el flamante DT Xabi Alonso. Todo indica que eso no pasará: se irá en agosto, o cuando River termine su participación en la Copa.
Quizá la victoria de Argentina anoche en Santiago de Chile pase un día a la historia más por haber sido los primeros minutos de Mastan con la albiceleste que por otros motivos, y esto nos vuelve a generar esa mezcla de orgullo y tristeza, por seguir produciendo cracks de galera y bastón y por verlos escaparse de nuestras manos apenas despunta la mañana de sus carreras.
Pero, ¿cómo frenar estas salidas? Si vienen del indiscutido primer mundo y ponen esa torta sobre la mesa, ¿qué sentimiento resiste?
El jugador tiene 17 años, hace unos meses estaba en el colegio. ¿Vos te acordás qué podías soñar cuando tenías 17? A él, los sueños se los están poniendo delante de la nariz.
Sin ir más lejos, hoy cualquier pibe de 17 soñaría con poder conocer a Messi y quizá llegar a sacarse una foto con él. Franco ayer miró el primer tiempo sentado al lado del mejor del planeta, esperando que Scaloni decidiera el momento en que entraría a jugar para los campeones del mundo.
Que lo podamos seguir disfrutando, un suspiro más. Retenerlo aquí es imposible.
Apenas entró, se escapaba y Mariajuán lo agarró (REUTERS / Pablo Sanhueza).
Fuente: Olé
