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«Problemas personales», uno de los principales motivos de consumo de drogas para los adolescentes

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«¿Por qué los jóvenes consumen?», preguntó la titular de la Sedronar, y respondió: «Son hijos de una sociedad acostumbrada a consumir un montón». Junto a especialistas y personas en tratamiento, analizó en diálogo con Télam la realidad del uso de sustancias psicoativas en la Argentina que, coincidieron, «atraviesa a todos los sectores sociales y edades».

Los «problemas personales» son uno de los principales motivos de consumo de sustancias psicoactivas para la población adolescente y, un 80%, se siente «poco o nada» escuchada por los adultos, advirtió a Télam la titular de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Argentina (Sedronar), Gabriela Torres.

«¿Por qué los jóvenes consumen?», interpeló Torres y respondió: «Son hijos de una sociedad acostumbrada a consumir un montón».

En todas las provincias de la Argentina, lo que más se consumen son las drogas legales. En primer lugar, bebidas basadas en alcohol, después medicamentos sin receta -automedicados- y tabaco, puntualizó. Y, entre las ilegales más consumidas están la marihuana, cocaína y pastillas.

«Hay una estrategia de intervención que no va a dar resultados si los jóvenes no ven que toda la sociedad acostumbra a consumir para tapar todo lo que le pasa»

Gabriela Torres

«Hay una estrategia de intervención que no va a dar resultados si los jóvenes no ven que toda la sociedad acostumbra a consumir para tapar todo lo que le pasa», añadió la funcionaria.

«Este es un problema que atraviesa a todas los sectores sociales y a todas las edades -aclaró- porque pareciera siempre que es un tema de jóvenes de sectores populares y ahí hay un estigma enorme».

Gabriela Torres titular de la Secretara de Polticas Integrales sobre Drogas de la Argentina Sedronar Foto Victoria Egurza
Gabriela Torres, titular de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Argentina (Sedronar) / Foto: Victoria Egurza

Pablo Cymerman, presidente de la Asociación civil Intercambios, orientada al estudio y atención de problemas relacionados con las drogas desde hace 26 años, también dijo a Télam que «los consumos problemáticos y no problemáticos se dan en todas las edades» y subrayó que a nivel de salud pública «nuestro mayor consumo es el de alcohol».

En tanto, señaló que «hay cuestiones de género que atraviesan estas problemáticas que agudizan los problemas, porque la práctica de consumo de sustancias en mujeres es más oculta porque en muchos casos temen a que quieran separarlas de sus hijos aunque este consumo no sea problemático», explicó quien también es psicólogo y docente.

En cuanto a las juventudes, añadió que «hay un estereotipo que vincula a las drogas ilegales a una cierta oposición a la sociedad, lugar que se le ha dado a les jóvenes, pero esas homologaciones no hacen más que reforzar estereotipos y respuestas punitivas, cuando en realidad sabemos que muchas veces el consumo de sustancias tiene más que ver con poder no oponerse, sino adaptarse, a ciertos imperativos sociales que nos va exigiendo la sociedad capitalista en la que nos movemos».

En ese aspecto, destacó que «se ve en distintas situaciones laborales que las personas recurren a ciertos psicofármacos para soportar situaciones de tensión, estrés y a veces maltrato, o para poder rendir en algunas situaciones o para poder pertenecer en ciertos grupos».

Pablo Cymerman presidente de la Asociacin civil Intercambios Foto Eliana Obregn
Pablo Cymerman, presidente de la Asociación civil Intercambios / Foto: Eliana Obregón

REDUCCIÓN DE DAÑOS EN FIESTAS, UN PROYECTO QUE SURGIÓ A PARTIR DE LA TRAGEDIA DE TIME WRAP

«Time Wrap fue como el Cromañón de la música electrónica», dijo a Télam la socióloga Carolina Ahumada (30), quien coordina Proyecto de atención en Fiestas (Paf), un programa de la Asociación Civil Intercambios que comenzó después de la tragedia la fiesta electrónica conocida como Time Wrap que sucedió en Costa Salguero en abril de 2016, donde murieron cinco personas.

El proyecto busca «traducir los objetivos de reducción de daños a cualquier tipo de eventos, no solo las fiestas electrónicas», apuntó Ahumada.

«La tragedia de Time Wrap no fue por responsabilidades de quienes consumían sino más bien porque se permitió que quienes consumían en esos contextos puedan hacerlo en situaciones sociosanitarias muy complejas como lugares que estaban excedidos en cantidad de asistentes, y con faltas de acceso a agua, etc.», comentó también a esta agencia el presidente de Intercambios, Pablo Cymerman.

El programa, según explicó, «propone facilitar herramientas a las personas para lidiar con los consumos», en ese ámbito se les brinda información sobre las sustancias y sus posibles efectos, medidas para reducir los riesgos asociados al consumo de alcohol y otras sustancias que se consumen en fiestas electrónicas como puede ser LSD y otros».

En los eventos, en coordinación con productores, Paf monta un stand con agua gratis, frutas, golosinas, e información.

«La mayoría de las fiestas a las que vamos hay personas de entre 25 y 35 años que tienen un consumo recreativo, por lo que nos cuentan, entonces nuestra intervención es desde la reducción de daños, pero si una persona se acerca y dice que tiene un consumo problemático se activa otro protocolo que nosotros derivamos por medio de un recursero», detalló la coordinadora.

A su vez, «se intenta acompañar también a quienes tienen malas experiencias a partir de esas sustancias que consumieron, que puedan pasar los ‘malos viajes’ de la mejor manera posible. En ese sentido, se les propone un espacio donde la música no está tan fuerte, donde puedan sentarse, tener a alguien que los escuche, donde si hay alguna situación que amerite atención médica, que son las menos, se pueda hacer un contacto con los servicios sanitarios que pueden estar disponibles en ese lugar, o con los públicos de la zona», agregó Cymerman.

«No hay que esperar a que haya un uso problemático para atender a las personas que hacen un uso recreativo. Los riesgos con las sustancias están en todas, el nivel de información que hay sobre las drogas, lamentablemente, en nuestro país es por la ‘confianza’ que tenés hacia la persona que te lo está vendiendo», completó Ahumada.

Asimismo remarcó que si bien «cero riesgo es no consumir, si decidís consumir, es importante hacerlo con estos consejos para que sea una experiencia cuidada tanto para vos como para las personas que están con vos».


Ana (40) es profesional de la salud y se encuentra en tratamiento para la deshabituación de consumo de drogas, entre ellas alcohol, cocaína y marihuana, asistida por la Fundación Aylén, ubicada en la localidad bonaerense de Vicente López desde 1994 que trabaja en convenio con la Sedronar.

«Con la cocaína yo me anestesiaba el alma y las emociones para producir más», comenzó contando la mujer que prefiere preservar su identidad, a Télam. «En el momento no sentía más sufrimiento, después tenía bajonazos terribles, y ahí viene devuelta las ganas de consumir», completó.

Ana llegó a la institución luego de ser asistida por la Sedronar. En la actualidad se encuentra en la etapa final de su tratamiento, pero recordó que cuando llegó, hace siete meses luego de una recaída, estaba «desesperada». Su condición laboral como monotributista no le permitía tomarse licencia por enfermedad o psiquiátrica.

«Si no trabajaba no cobraba, tenía que desarmar mis obligaciones en pos de salvar mi vida y me deterioré mucho en mi salud al tener que esperar, o intentar salir sola»

Ana

«Aunque sabía que necesitaba internación, no tenía las condiciones laborales necesarias para acceder a ello», porque «si no trabajaba no cobraba, tenía que desarmar mis obligaciones en pos de salvar mi vida y me deterioré mucho en mi salud al tener que esperar, o intentar salir sola».

El estigma en su caso, al ser profesional de la salud, hizo que demore en solicitar asistencia, remarcó, y lamentó: «Si hubiese pedido ayuda antes, hubiera sido todo mejor. Llegué a situaciones muy extremas de riesgo de vida, ojalá nunca hubiese probado esto, no hay que probar todo, hay cosas que no valen la pena».

«El consumo está en todas las áreas, de todos los estratos sociales», aclaró al igual que Torres.

En Aylen conoció a otras personas en situaciones similares, y lo que observó es que muchas de ellas «tuvieron una infancia complicada o con muchas exigencias», en su caso particular dijo además que fue «poco cuidada» de niña: «Tenía que cuidar a mi hermano con 10 años, con maltrato psicológico, de hecho me echaron de mi casa cuando me enfermé por el consumo».
En el mismo sentido, el director de la institución, Fabián Tonda, remarcó también que «hay muchísimos problemas con el alcohol que recrudecieron con la pandemia de coronavirus en la franja etaria entre los 50 y los 60 años de personas que han estado incluidas socialmente toda su vida y que antes no llegaba a tratamiento».

Esto, explicó, se vinculó a que las estructuras sociales servían como espacios de contención: «una persona que iba todos los días a trabajar a una oficina, esa situación le servía de límite para dejar de tomar en determinada hora o momento» y «lo que hizo la pandemia es desestructurar y aumentar el consumo de alcohol, algo que estaba latente apareció de manera contundente, hoy hay un montón de demanda de esa franja», detalló el directivo.

En Fundación Aylen acompañan las personas a las que les cuesta tener un vínculo con la salud a que «mejoren su calidad de vida», y en su opinión «hay una buena respuesta de la Sedronar», y aunque falta presupuesto, «hay bajada a territorio y cuanto más baja más demanda aparece», concluyó Tonda.

Desde la Sedronar, Torres advirtió que la pandemia «trajo consecuencias en la necesidad de soportar y creció el consumo» de sustancias y según el Observatorio de Drogas de la Unión Europea, «de todas las sustancias se consume más».

EL ROL DE LA PUBLICIDAD EN EL CONSUMO PROBLEMÁTICO

«Estoy sensible al bombardeo de publicidades de alcohol que están por todos lados», manifestó Ana (40), quien decidió preservar su identidad, y se encuentra en la etapa final de un tratamiento de deshabituación de consumo de drogas, en diálogo con Télam.

Cuánto y cómo influye la publicidad en el consumo de estas sustancias que presentan «un enorme problema en relación a la baja edad de inicio de consumo», dijo la titular de la Sedronar, Gabriela Torres.

«Tenemos que hacernos cargo» de que se promueve la idea de que «el consumo de alcohol es lo que hay que hacer para festejar» desde temprana edad, agregó la funcionaria.

«Los consumos están determinados por normas culturales y sociales que son las que nos organizan, son las ‘condiciones de reconocimiento’ de un discurso, como por ejemplo: la idea de que ‘no es una fiesta si no hay alcohol'», comenzó explicando a Télam Ximena Tobi, licenciada e investigadora en Comunicación Social y Semiótica de la Universidad de Buenos Aires (UBA), quien se especializó en el análisis de marcas, entre ellas de bebidas alcohólicas.

«Es muy complejo comprobar el exacto efecto de la publicidad sobre los consumos, no solo con las bebidas alcohólicas. Son múltiples las causas y los modos de interpretar un mismo mensaje», apuntó la semióloga que formó parte de un equipo de investigación que, en 2014, realizó el «Estudio cualitativo de publicidades de bebidas alcohólicas y disposiciones al consumo en jóvenes de 13 a 25 años de la República Argentina», con el financiamiento del Ministerio de Salud.

Entre las principales conclusiones, lo que hallaron fue que «hay una circularidad», es decir, lo que se ve en las publicidades de bebidas son escenas de la vida cotidiana, y «no es que la publicidad -muestra- hace algo traído de otro lado e inventado y que eso impulsa a…».

«No hay una punta del ovillo, es como el huevo o la gallina -remarcó Tobi-: la publicidad representa lo que pasa en la vida cotidiana y la vida cotidiana se ve reflejada en la publicidad que busca ver qué hace el público para representarlo ahí».

En ese sentido, la especialista señaló que la publicidad «incide y es incidida» y «es parte del sistema».

La comunicación -definió la investigadora- es «producción social de significados» e instó a pensar y repensar: qué significa -en la sociedad de consumo actual- una fiesta, qué significa ser joven, o tomar un vino».

A su vez, la investigadora explicó que, si bien hay elementos de la publicidad que pasan a la vida cotidiana como jingles que se pegan, lo que comprobaron es que los jóvenes que estudiaron se identificaban con las escenas de su vida, por ello surgió el concepto de «circularidad».

Entre las escenas más representativas mencionó «la reunión de los pibes, el asado, la fiesta en casa», que se adapta según la edad del público al que está dirigido.

«Lo hay que trabajar es el ‘qué significa’, para resignificar y problematizar, desnaturalizar», concluyó, porque es importante «pensar que la fiesta puede ser así pero también de otra manera, son procesos largos y densos, pero hay que empezar a verlos porque si no nunca va a cambiar nada. Todos nuestros marcos interpretativos y normas culturales enmarcadas en una sociedad de consumo los tenemos tan cerca que no los vemos, pero están ahí y hay que abordarlo».

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  • Atención, información y acompañamiento sobre consumo de sustancias – www.sedronar.gob.ar
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