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Propuesta para odiar menos al VAR

Este columnista no adhiere al club de los odiadores seriales del VAR; de hecho, ha sostenido la necesidad de sumar la tecnología para reducir el efecto de los fallos injustos en el fútbol. Tampoco es un negador de la realidad ni puede disimular su decepción, cuando la herramienta que vino a traer justicia se transforma en lo que estamos viendo.

No abundaremos en el obvio requisito de mejorar la comprensión conceptual de quienes asisten desde el video; ni hablar de las pretendidas “pruebas” de fallos que oscurecen más de lo que aclaran y agrandan la sospecha de manipulación.


Las líneas que suelen mostrar: no se entiende nada.

Sí podemos pedir medidas bastante simples para reducir el impacto negativo que tiene sobre el juego el uso que se le está dando ahora: 1) Aplicar a las mediciones de líneas (offside o fouls en el límite del área) el mismo criterio que el protocolo prescribe para las demás jugadas: solo intervenir si hay error “claro, obvio y manifiesto”.

Basta de demorar acomodando manualmente líneas sobre el piso y después mostrar una imagen con dos rayas juntas que uno no entiende cuál es de cada jugador ni de dónde salen.Si hay que estar 5’ midiendo, no hubo “error claro”, y si en 2’ no se puede definir, no se cambia el fallo de los árbitros de campo. Las pruebas de video, de offside o mano sancionable, deben ser irrefutables, visibles para todo el mundo.

Un gol de Messi a Paraguay, anulado por un foul que había sido en campo de Argentina (Foto José Brusco / POOL ARGRA).

Un gol de Messi a Paraguay, anulado por un foul que había sido en campo de Argentina (Foto José Brusco / POOL ARGRA).

2) Reducir la APP (revisión del ataque que terminó en gol) al último tercio de la cancha, no al inicio lejano. Basta de goles anulados por una falta a 80, 100 metros del arco rival. Basta de buscar pelotudeces: a enfocarse en errores claros.

Y 3) Que los árbitros agreguen de verdad el tiempo que se consume con las revisiones y demoras. Este sábado, Echenique -después de comerse unos cuantos minutos- le replicaba a Wanchope:“¿Cuánto querés jugar?”, como si fuera un capricho de Ábila y no lo que dictan la letra y el espíritu de las reglas: no afanarles minutos al partido, a los jugadores y al público.

Fuente: Olé

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