Tres mujeres, distintas ciudades, distintas vidas, un mismo desenlace: Camilia Aldana Tarocco, Jesica Minaglia y Priscila Martinez fueron asesinadas y sus cuerpos hallados sin vida en el día de ayer. Jornada tétrica y una estadística que aumenta en la misma proporción que el pedido de miles de mujeres ante una respuesta contundente, una medida política clara para evitar más femicidios en el país.
Camila y Priscila de 22 y 15 años respectivamente, habían desaparecido hace varios días de sus hogares. Ambas fueron vistas con vida por última vez acompañadas de un hombre. En el caso de Camila, fue su ex pareja y padre de sus hijos; Priscila fue vista junto a su tío, quien le prometía una fuente de trabajo. En el caso de Jesica, maestra de 30 años, fue su ex pareja y padre de su hijo quien informó el hallazgo de su cuerpo.
Familias sin consuelo, hijos/as huérfano/as y una sociedad que cada día le falta, pierde a una mujer en manos de la violencia machista.
La cuarentena está produciendo una mayor cantidad de denuncias a la línea 144, se establecen medidas urgentes de urgencia de auxilio para las mujeres en todo el país, búsquedas incesantes pero todo parece llegar tarde ante la evidencia contundente de sus asesinatos, los cuales no disminuyen, no cesan, no dan tregua.
Hoy la sociedad tiene miedo de salir a la calle, lo evita. Siente que algo puede atacarlo, un ser invisible pero con mucha llegada, que puede afectar a cualquiera. Las mujeres conviven con este miedo hace mucho más tiempo que el comienzo de la cuarentena, la diferencia radica en que, quien puede dañarte, no es alguien invisible, sino todo lo contrario: puede ser tu pareja, el padre de tus hijos/as, un familiar.
El coronavirus no es de lo único que debemos preocuparnos.
